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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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28-03-2010

 

 

Julio A. Louis

Aquel marzo de hace 25 años

 

SURda

 

 

Los profesionales de la Historia sabemos que la historia (que es el pasado) no debe olvidarse, pero tampoco es válido estancarse en el ayer. Y debiéramos enseñar que si la experiencia subjetiva, individual vale, en tanto forma parte de la colectiva, conviene precavernos de `mirarnos el ombligo' y convertirla en el eje de análisis de cualquier situación.

Cuando Lucía tomó promesas a los senadores, hizo bien en recordar aquel 15 de febrero de hace 25 años. De aquel 10 de marzo permítasenos repetir: “No sé de dónde, tal vez de alguna narración o impresión infantil. Lo cierto es que siempre me impactó la marabunta, esa enorme hormiga que avanza sin que nada la detenga. De allí que, cuando desde la ventana que daba sobre la ruta, muy temprano vi apostarse una multitud que silenciosa, expectante y desafiante, empezó a arrimarse al penal, frente a las alambradas y torretas con milicos armados a guerra, tremolando banderas queridas que hacía una década no veía, rojas y del Frente, y las uruguayas y de Artigas, me surgió el recuerdo de la marabunta, la marabunta de pueblo que venía a rescatarnos. Era el fin de la pesadilla.” (“La amnistía vista desde la cárcel”. Julio A. Louis . Brecha 10/3/1985).

Apenas publicado el artículo, el gran Héctor Rodríguez me telefoneó para expresar que compartía lo escrito, especialmente lo expuesto en el párrafo siguiente: “Durante el calvario arrastramos la pesada carga de múltiples errores colectivos e individuales. Entre los primeros el más nefasto se produjo por el uso desacertado de un clásico de la resistencia antinazi: `Reportaje al pie del patíbulo' de Fucik, héroe y mártir checo. Fucik es un paradigma, un modelo, pues resistió hasta la muerte la tortura. Uruguay también tuvo sus Fuciks. Pero los Fuciks son las excepciones. Y la izquierda legó la creencia de que bastaba haber recibido como vacuna el marxismo-leninismo para convertir a cada compañero en un nuevo Fucik (los `niños cantores' se ironizó respecto a los primeros caídos por parte de los `vacunados', hasta que comprobaron por sí mismos que el virus podía más que la vacuna). De allí a los reproches, a las acusaciones, medió un paso. Y a la atroz tortura moral sufrida por la inmensa mayoría por haber sido débiles en la desigual lucha contra los torturadores, agregamos el condimento del rechazo a otros que traspusieron la raya difusa, convirtiéndose en `batidores'.”

Pese a todo, los centros de tortura y la cárcel obraron como escuelas de respeto a la diversidad y de unidad popular. Los debates entre quienes discrepábamos fueron la demostración inequívoca que no siempre por pensar distinto se es enemigo. Si el Frente Amplio se fortaleció en la resistencia, parte de esa resistencia fueron esos Establecimientos Militares de Reclusión.

Han pasado décadas. A esta altura lo más constructivo es analizar qué fuimos, qué mundo y país nos tocó vivir, y que mundo y país nos encuentra a cada uno con su `mochila a cuestas' de aciertos y desaciertos 25 años después.

En aquel 1985 acababa de ser reelecto Ronald Reagan y la ofensiva neoliberal arrasaba al mundo. Contaba a su favor con la superioridad técnica y científica del capitalismo, que en sí misma era un cuestionamiento profundo a la construcción burocrática del `socialismo real'. Los países del Este acrecían su endeudamiento con occidente, pero el retroceso tecnológico estimado en más de 15 años hizo que en ese 1985 la crisis rebrotase con fuerza, creciera la deuda externa y comenzara a mandar el FMI. Al año (1986) Gorbachov apelaría a la Perestroika sin éxito. A su vez, las profundas transformaciones del capitalismo debilitaban al proletariado, al conjunto de la clase trabajadora en el mundo y en Uruguay (desmantelamiento industrial, degradación de la inversión industrial frente a la especulativa, corte generacional, desarraigo y desconocimiento de la tradición obrera).Y como frutilla de la torta, se extiende un profundo desconcierto ideológico: las `seguridades' caían. En el Penal se me llegó a fundamentar la legitimidad de que se encerrase a los discrepantes en manicomios, porque sólo los locos podían oponerse en la URSS.

En América Latina el imperialismo norteamericano mantenía su estrategia de dominación, pero con su rico bagaje represivo y de gendarme del capitalismo mundial, no ponía todos los huevos en la misma canasta y abría una multiplicidad de tácticas. Su estrategia se adaptó a varias soluciones. Y ante la crisis del régimen de la Seguridad Nacional y la creciente resistencia popular, acicateada con el ejemplo de la Revolución Sandinista, modificó su política de sostener a los regímenes fascistas dependientes, abriendo paso a formas menos peligrosas, a cierta apertura democrática pero firmemente tutelada por las Fuerzas Armadas, el mayor reducto de su penetración ideológica. Por eso hubo elecciones con proscriptos, amnistía e indultos para los presos políticos. Por eso, la izquierda y las clases populares tuvieron necesidad de repensar su accionar. Hoy –más que nunca- tenemos la obligación de valorar estos 25 años para profundizar las transformaciones.

 

 

 
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